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Los festivales de música aportan más de 300 millones a la economía catalana.

Los festivales de música aportan 300 millones de euros a la economía catalana


Un millón y medio de espectadores desperdigados en 360 festivales que suponen una aportación para la economía catalana de unos 300 millones de euros. Con estos datos la conselleria de Cultura ha querido presentar el mapa de festivales de Cataluña, un activo cultural que, con 190.000 espectadores, encabeza el Primavera Sound, y que, según el conseller de Cultura, Ferran Mascarell, es un factor de «modernización cultural, motores de contratación y trabajo, plataformas de innovación y escenarios en los que mostrar talento».

Un motor cultural que es también pasaporte para la proyección internacional, con el Primavera Sound y el Sónar convertidos por la edición inglesa de «Time Out» en dos de los cinco festivales más importantes de todo el mundo. Es por eso que, justo cuando arranca la temporada fuerte de festivales, programadores y conselleria han querido sacar pecho, destacando un presupuesto sumado que alcanza los 60 millones de euros.

Con todo, de los 360 festivales listados por el departamento sólo 89 han recibido apoyo económico institucional a través del Instituto Catalán de las Empresas Culturales. Eso sí: sube la cantidad destinada a subvenciones -de 2,8 millones de euros a 3,75 millones-, aunque más de la mitad del montante -2,2 millones- forme parte de las llamadas «ayudas reintegrables».

Con los números en la mano, el director del ICEC, Jordi Sellas, ha negado que el crecimiento de los festivales catalanes sea «una burbuja», ya que el 32% de los festivales tienen más de 20 años de antigüedad y la media se sitúa en los 15 años. Por géneros, hay 23 de música clásica y otros 23 de pop-rock; 19 son de músicas del mundo, 13 multidisciplinarios y 11 de jazz-blues.

En cuanto a las asistencias medias, se calcula que son de 12.121 espectadores, mientras que en Europa se incrementa hasta 28.455, siendo los de pop-rock los que convocan a más personas.


El Primavera Pro analiza el futuro de la industria de la música en el Macba

El encuentro resalta el poder del 'big data' y cuestiona el modelo de los festivales


El Primavera Pro analiza el futuro de la industria de la música en el Macba

El futuro de la industria de la música se debate en un museo. En el Macba. El encuentro de profesionales del festival Primavera Sound, el Primavera Pro, ha tomado parte de las instalaciones del museo de arte contemporáneo –que nadie se alarme, sus exposiciones siguen en activo– y ha convertido su atrio en el escenario de una gran cena de bienvenida en la que anoche se concedió el Primavera Award 2015 a Barry Dickins, codirector de la agencia International Talent Booking. La explanada más próxima al centro ya no es para los skaters y sus vídeos, sino para grupos de música de diferentes países que actúan casi a la sombra de la negra y metálica escultura de Oteiza. El auditorio del Macba se ha convertido en la sede de dos nuevos congresos internacionales: el de sellos independientes y el de salas de conciertos, que hoy recibirá, entre otros, al alcalde de Reikiavik. Y, finalmente, sus espacios de la Capella dels Àngels y del antiguo FAD son salas de conferencia, reunión y chill out donde profesionales de todo el mundo se ponen en contacto, se relajan con una cerveza y unos cuantos canapés y presentan las músicas de sus países o los proyectos y servicios de sus empresas.

Un espacio repleto de conferencias y presentaciones que debaten la embarullada encrucijada que vive el sector de la música debido a la transición digital, el reajuste del sector del directo y la creciente importancia de los nuevos mercados. Como el asiático, a cuyas claves se le dedicó una de las conferencias de ayer. Aunque el grueso de la programación fuera para analizar la situación de los artistas en el nuevo universo digital –entre los que hablaban estuvo Sigtryggur Baldursson, uno de los fundadores de Sugarcubes y actual director de IMX, la oficina de exportación de música de Islandia– o las enormes posibilidades del big data en el campo de la música: tantas que, recordó José Luis de Vicente, tanto Apple como Spotify en su enfrentamiento han comprado, respectivamente, las potentes empresas de análisis de datos musicales Musicmetric y The Echo Nest.
Incluso se habló -el terreno era propicio– del futuro de los festivales de música, que quizá pase, como analizaron en otra de las charlas, no tanto por espectaculares cabezas de cartel sino por ofrecer al público experiencias únicas, como las que propone el festival holandés STRP, que hibrida en Eindhoven música, arte y electrónica, o como las espectaculares y elefantiásicas instalaciones que el colectivo Arcadia ofrece en festivales como Glastonbury. Instalaciones como una gigantesca araña metálica de 50 toneladas casi salida de una película de ciencia ficción que construida con elementos de helicópteros, aviones o grúas alberga en su cabeza a 12 metros de altura a los dj’s, lanza de su cuerpo llamas y fuegos artificiales y permite a performers colgarse en el vacío y realizar espectáculos aéreos. Un triunfo total en Glastonbury.

Aunque sin duda la charla que más aplausos –e intensos– concitó fue la presentación que hizo a solas José Luis de Vicente, comisario de Sónar+D, el área de innovación del festival Sónar, sobre big data y música. Hay mucho por saber. Mostró cómo los equipos de fútbol tienen cámaras en el estadio que recogen miles de datos que luego su departamento de análisis utiliza para predecir incluso lesiones, mostró cómo Amazon sabe desde cuánto tardas en leer un libro a qué porcentajes de libros se acaban –El capital en el siglo XXI de Piketty sólo lo acabaron el 2,4% de lectores digitales– y recordó cómo Netflix decidió producir la versión americana de la serie House of cards analizando los datos que poseía de a quién le gustaba la versión inglesa, gente que también estaba interesada en el actor Kevin Spacey y el director David Fincher...
Y explicó que Spotify sabe hoy a qué edad dejan de escuchar de media nueva música los hombres: 32 años. Las mujeres aguantan más. Datos que sirven para predecir qué canción será un éxito en el mercado o para recomendar con más éxito que otra plataforma de streaming competidora la siguiente canción de la lista de reproducción. De una cantante como Katie Perry tienen hasta 90.000 señales diferentes para analizar la marcha de su música. El propio Sónar, explicó, utilizará el big data este año: con múltiples sensores van a seguir los smartphones del público para saber qué uso hacen del espacio, cómo se mueven, dónde van.






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